Wednesday, January 30, 2008


Le Désespéré, 1843-45. Gustave Courbet

Tuesday, May 08, 2007

WEEGEE NEW YORK

Arthur Fellig, 1942, NY.

Monday, May 07, 2007

“VÉRTICE DEL ESPEJO” (MIRROR VORTEX) DE ROBERT SMITHSON, 1964. Metal y vidrio.



Yo que sentí el horror de los espejos

no sólo ante el cristal impenetrable

donde acaba y empieza, inhabitable,

un imposible espacio de reflejos


sino ante el agua especular que imita

el otro azul en su profundo cielo

que a veces raya el ilusorio vuelo

del ave inversa o que un temblor agita[…]

Jorge Luis Borges, Los espejos


Cuando uno se asoma a esta obra –­­ya que para verla hay que asomarse como si de un pozo se tratara– descubre el efecto multiplicador de los espejos colocados de manera perfecta para que el observador contemple su silueta reflejada de todas las maneras posibles.
Jorge Luis Borges confiere a los espejos un carácter abominable porque son capaces de multiplicar el mundo, “insomnes y fatales”. Para él el espejo es un reflejo del yo y muestra una reproducción ilusoria de la figura humana, es lo que Freud acaso llamaría el super-yo o idealización del yo. Hay por tanto, duplicidad, confusión, separación del yo ante un espejo.
Eso es lo que consigue Smithson con Vértice del espejo, al disponer un montaje de espejos que se reflejan entre ellos; no es sólo un espejo que imita la realidad, sino que se trata de tres pirámides de espejos –colocadas con los vértices en la base– que multiplican el reflejo. Cuando el espectador se asoma, puede verse retratado desde distintas perspectivas; es un juego de espejos que permite conocerse a uno mismo desde diferentes puntos de vista. Eso es lo primero que choca al ver la obra; parece que lo que uno está viendo es la perspectiva desde la que los otros ven a uno mismo. Es un juego ilusorio que induce a la reflexión; la identificación de uno mismo en la obra, y además la identificación de la imagen de uno mismo vista desde infinidad de perspectivas.


Robert Smithson (1938-1973), escultor de nacionalidad estadounidense sólo vivió 35 años y fue uno de los integrantes de la corriente artística llamada Earthwork o Land Art, que alude a los monumentos de los entierros prehistóricos. Smithson, se interesó por la escultura monumental y, de alguna manera, efímera. Una de sus obras más importantes es “Malecón espiral”, estructura gigante de roca y escombros que mide 4,5 metros de ancho y que está cubierta de sal cristalizada y que terminó en 1970 en el Gran lago salado de Utah. Otros de sus trabajos importantes son: “Colina espiral”, de 1971 y “Círculo roto”, de 1972, ambas construidas en los Países Bajos. Los trabajos de Smithson se aprecian mejor a partir de fotografías, puesto que se trata de obras de enormes dimensiones levantadas en espacios naturales remotos cuyo mensaje es, en cierto modo, la grandeza de la naturaleza y el daño que los seres humanos le hacemos. Entre su obra artística también encontramos dibujos, fotomontajes, y escritos sobre arte.

Vértice del espejo es una obra que se sitúa en el arte posmoderno; no es ni escultura ni arquitectura, es lo que se conoce con el nombre de instalación. Se ha dicho que Smithson proyecta en esta obra (como en Eniantomorphic chambers o Untitled ambas de 1965) su fascinación por las posibilidades metafóricas ultramundanas de los cristales: “son a la vez, materia y forma, y deben correlacionarse con ese vínculo fascinante entre el paisaje y la mente”.
Esta obra ratifica la teoría de la interpretación ya que es completada por el observador que la llena de significado al contemplarla, es una obra de arte en potencia, no será en acto hasta que alguien no la contemple o la lea. Se puede hablar por tanto de interacción entre la obra y el sujeto y de la interpretación como parte del proceso artístico.


Pero es que la percepción en esta instalación va más allá, ya que un espejo por si mismo no es nada hasta que alguien se ve reflejado, y aquí la obra es una conjunción de espejos dispuestos de manera tal que la imagen reflejada se repite; la unión entre espejos en diferentes angulaciones hace que nuestra imagen se multiplique al infinito gracias a que uno refleja el reflejo del otro. El sujeto que percibe es al mismo tiempo objeto percibido y es, además, único protagonista de la obra. Funciona como un elemento que nos conduce a la idea de complejidad, de multiplicación de espacios y elementos reales. Sin embargo, el espejo supone una continuación del espacio que va más allá de los muros de la galería, ofrece una apariencia de tridimensionalidad, aunque esa tridimensionalidad esté vertida al interior del marco, como un juego de doble realidad. Esta doble realidad resulta bastante inestable (si es comparada a la superficie pintada de un cuadro) porque según cambiemos de punto de vista, diferirá lo que observemos reflejado. Por otra parte, la identificación de la idea de entrada a otro mundo (subterráneo, en el caso de los pozos) nos conduce a significados asociados a la trascendencia, a lo místico, a lo sagrado.


De la misma manera cabe destacar que la obra de Smithson confirma las dos teorías de arte –la fenomenológica y la estructuralista– que afirman que la obra de arte es un organismo/estructura que contiene por si sola el significado y el significante, es por tanto auto referencial. Aunque, en este caso, la variabilidad de reflejos que se producen en esa superficie nos puede llevar a significados sin fin, sólo dependientes del objeto que se coloque delante del espejo.


Los precedentes de Smithson en el tema de los espejos podemos encontrarlos en Michel-Angelo Pistoletto, por ejemplo, con sus possospecchio (pozo-espejo), círculos de espejos situados en el suelo que remiten a una continuidad visual. Como también Quadri specchianti en la que se sitúa un gran espejo sobre el cual se superpone una figura de un visitante.


Puede afirmarse por consiguiente que el propósito de Robert Smithson es en gran medida metafísico; para mí su intención es mostrar el horror de reconocerse en el espejo como si de otra realidad se tratara, y el reconocimiento de la imagen (exterior, visual) que los otros tienen de uno mismo. Creo que esta obra me ha seducido porque creo haber comprendido su esencia gracias a las teorías de la interpretación. Opino que hay que entender para poder descubrir y sobre todo si hablamos de arte contemporáneo, en el que la Belleza ya no es el tema principal. Al ver el Vértice del espejo quedé asombrado de la sencillez con la que Smithson dispone esa escultura; esa misma simpleza de los espejos hace que pierdas el sentido y aparezcan dudas y confusiones: ¿quién es el que está en ese cristal?, ¿soy yo, acaso?, ¿así es como los otros me ven?. Asomarse como quien se asoma a lo desconocido: un pozo sin fondo, un libro, un sueño.

Friday, January 19, 2007

Tepidarium

Théodore Chasseriau, Tepidarium de Pompei. 1853

Tuesday, January 16, 2007

El descubrimiento de la miel

PIERO DI COSIMO, The Discovery of Honey. 1505-1510

L'imaginerie du peintre



Harls Dirck. La Fête Champêtre, 1627. Oil on panel, 78 x 137 cm
Rijksmuseum, Amsterdam


(Hacer click en la imagen para Fijarse en el personaje fantasmático de la derecha)